‘Sueño y razón. Ecos de la vanguardia en la Colección Telefónica’, en Burgos

Exposición

Título ‘Sueño y razón. Ecos de la vanguardia en la Colección Telefónica’, en Burgos

La muestra, que permanecerá abierta hasta el 27 de enero, descubre un recorrido a partir de cuarenta obras excepcionales que transita por el mejor arte europeo de comienzos del siglo XX

Fecha 8 noviembre 2018 - 27 enero 2019
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La sala de exposiciones de la Casa del Cordón acoge desde hoy y hasta el próximo 27 de enero la muestra Sueño y razón. Ecos de la vanguardia en la Colección Telefónica, un recorrido a partir de cuarenta obras excepcionales que transita por el mejor arte europeo de comienzos del siglo XX. El contenido de la muestra, realizada a partir de la colección reunida por la Fundación Telefónica, ha sido seleccionado de manera conjunta con la Fundación Caja de Burgos en exclusiva para esta exposición en Cultural Cordón.

La exposición evoca un tiempo en el que la eclosión de las diferentes vanguardias concitó en torno a la ciudad de París a numerosos artistas españoles, cuya contribución fue determinante para la difusión internacional de la modernidad. Sueño y razón, las dos caras de la creación en el arte de ese momento histórico, jalonan este viaje acompañados por algunos de sus protagonistas esenciales.

Dos vectores, dos sentidos, dos caras para un mismo rostro. Así podría sintetizarse una parte de la experiencia de la vanguardia a comienzos del siglo XX: la que resultaría de la disputa entre una corriente más analítica, metódica y especulativa (el cubismo, sus antecedentes y sus consecuencias) y otra vía más introspectiva y emocional (la que vendría desde el simbolismo y desembocaría en el dadá y el surrealismo). No se trata solo, por tanto, de la referencia a los estilos y los movimientos capitales, sino de todo el entramado que los apuntala, con sus préstamos e interrelaciones también. Sueño y razón resume esa experiencia bifronte del arte de la primera mitad del siglo XX, a través de una serie de obras pertenecientes a artistas esenciales de la modernidad pictórica.

Artistas imprescindibles en la historia del surrealismo europeo, como René Magritte (1898-1967), creador de un mundo misterioso y en ocasiones paródico, y Paul Delvaux (1897-1944), con cuyas creaciones oníricas buscaba transgredir la lógica racionalista; comparten protagonismo con varios de los artistas españoles que realizaron parte de su carrera al cobijo de París y de sus múltiples estímulos. Es el caso de Óscar Domínguez (1906-1957), cercano al surrealismo de André Breton, pero también amigo de Picasso y afín a su influencia cubista, que supo conjugar en las obras de los últimos años cuarenta y primeros cincuenta, como las que se presentan en esta muestra.

De otros artistas relacionados con la Escuela de París (una denominación que en puridad solo debiera aplicarse aquellos creadores del período de vanguardia histórica), como Hernando Viñes (1904-1993), Celso Lagar (1891-1966), Ismael González de la Serna (1898-1968) o Joaquín Peinado (1898-1975), la exposición muestra obras de acusado cromatismo directamente relacionadas con su experiencia en la capital francesa, en particular durante los años treinta. Ligadas al cubismo, como en el caso de Peinado y De la Serna, con un cierto aire fauve en el caso de Viñes o en una interesante combinación personal entre el expresionismo y el cubismo en el de Lagar.

Razón aparte merece la personalidad y la obra de Luis Fernández (1900-1973), uno de los artistas más singulares y relevantes de la historia de nuestro país, al que la Fundación Telefónica consagró una monumental exposición en el año 2000 con la que contribuyó a resarcir su injustificado olvido. Un conjunto de trece obras permitirá al espectador acercarse a una pintura inquietante, conmovedora, aún secreta para muchos, de un artista obsesionado con la esencialidad de las formas.

La exposición se completa con obras de los destacados cubistas Louis Marcoussis (Hacia 1878-1941) y Juan Gris (1887-1927); cinco trabajos firmados por Pablo Picasso (1881-1973), entre otros un hermoso carboncillo sobre papel de 1921; y las aportaciones de Daniel Vázquez Díaz (1882-1969), José Moreno Villa (1887-1955), Godofredo Ortega Muñoz (1899-1982), José Gutiérrez Solana (1866-1945) y el chileno Roberto Matta (1911-2002) con una de sus más representativas obras de la década de 1930, en las que llevó al extremo el automatismo pictórico del movimiento surrealista.