Carmen Quintanilla: «La mujer rural y la digitalización son el motor de desarrollo y agente clave frente a la despoblación»

05.11.2025

Carmen Quintanilla: «La mujer rural y la digitalización son el motor de desarrollo y agente clave frente a la despoblación»

Retrato de Carmen Quintanilla, presidenta de AFAMMER

Retrato de Carmen Quintanilla, presidenta de AFAMMER

Hablar con Carmen Quintanilla, presidenta de AFAMMER, es hablar de compromiso, de convicción y de una lucha constante por la igualdad de oportunidades. Con una extensa carrera política y social, ha sido pionera en la defensa de los derechos de las mujeres, especialmente en el medio rural, donde las dificultades se multiplican, pero también lo hacen la resiliencia y la capacidad de transformación.

Desde sus primeros pasos en la vida pública, Carmen ha reivindicado el papel esencial de las mujeres en la construcción de comunidades más justas e inclusivas. Su trabajo ha inspirado a generaciones y ha puesto en la agenda política y social un tema que, durante demasiado tiempo, permaneció invisible: la necesidad de garantizar a las mujeres rurales el acceso a la educación, al empleo, a la participación social y a la tecnología como acelerador de oportunidades.

En esta conversación, Carmen nos comparte qué la impulsó a dedicar su vida a esta causa, cuáles han sido los mayores retos en este camino y, sobre todo, qué lecciones aprendidas debemos llevarnos hoy para seguir avanzando hacia una sociedad mejor.

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Quintanilla reivindica el papel esencial de las mujeres en la construcción de comunidades más justas e inclusivas

Carmen, has dedicado gran parte de tu trayectoria a poner en valor el papel de las mujeres en el ámbito rural. ¿Qué oportunidades crees que ofrece hoy el mundo rural para convertirse en un motor de desarrollo económico y social?

Siempre digo que las mujeres rurales son arquitectas del futuro. Y no es una metáfora: son ellas quienes están liderando proyectos innovadores en agricultura sostenible, turismo rural, comercio online y servicios de proximidad.

He conocido a mujeres que han transformado un invernadero en un aula de sostenibilidad o que han creado plataformas digitales para vender productos locales. Estos proyectos no solo generan empleo, sino que fortalecen el arraigo, la cohesión social y la economía del territorio.

El mundo rural está lleno de oportunidades, y las mujeres son la clave para activarlas. Pero para ello, necesitamos políticas que acompañen, reconozcan y faciliten su desarrollo: acceso a la digitalización, formación adaptada, conciliación y visibilidad.

Apostar por el medio rural es apostar por las mujeres. Porque donde hay mujeres, hay futuro. Y porque sin ellas, nuestros pueblos están condenados al abandono.

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«Apostar por el medio rural es apostar por las mujeres. Porque donde hay mujeres, hay futuro»

Desde AFAMMER habéis impulsado programas de formación, liderazgo y digitalización en el mundo rural. ¿Dónde cree que está hoy la mayor oportunidad para que las mujeres rurales ganen protagonismo en la economía y en la sociedad?

La mayor oportunidad hoy está en dos grandes ámbitos: la digitalización y el sector de los cuidados. Ambos tienen un enorme potencial para generar empleo femenino en el medio rural.

Desde AFAMMER impulsamos programas como Conecta Rural y Cuida Rural, que combinan formación práctica con oportunidades reales de inserción laboral. La digitalización permite a las mujeres rurales emprender, comercializar sus productos online, acceder a formación continua y tener autonomía económica. Y el sector de los cuidados —en territorios envejecidos— ofrece una vía sólida para el empleo estable, si se apoya y profesionaliza con herramientas tecnológicas.

Lo importante es facilitar su camino: formación adaptada, conectividad real, acceso a financiación y acompañamiento. Si ellas tienen herramientas, pueden liderar la transformación de nuestros pueblos. Porque donde hay liderazgo femenino, hay desarrollo y futuro.

Apostar por las mujeres rurales no es solo una cuestión de justicia social: es una estrategia inteligente para garantizar el progreso del medio rural y la cohesión territorial.

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«La mayor oportunidad hoy está en dos grandes ámbitos: la digitalización y el sector de los cuidados»

Conoces bien las fortalezas del mundo rural. ¿Qué lecciones puede aportar este entorno a la sociedad en general en términos de sostenibilidad, cohesión y formas de vida más humanas?

El mundo rural nos recuerda lo esencial: el valor de la tierra, de la comunidad, de la palabra dada. En nuestros pueblos se vive de forma más conectada con el entorno natural y más comprometida con el cuidado mutuo.

En un momento en el que la sociedad busca sostenibilidad, equilibrio y bienestar emocional, el medio rural ya nos ofrece respuestas. Allí se practica, desde siempre, una vida más austera pero más rica en relaciones humanas, con una economía de cercanía, con respeto por los ciclos de la naturaleza y con una fuerte conciencia de pertenencia.

La sostenibilidad no es una tendencia: es una práctica diaria. Y la cohesión social no es una teoría, sino una realidad que se construye entre vecinos que se conocen, se ayudan y se acompañan.

En un mundo cada vez más desconectado, el medio rural nos ofrece una lección vital: que se puede vivir mejor con menos, y que cuidar del entorno y de los demás es la base para construir sociedades más humanas y justas.

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«Cuidar del entorno y de los demás es la base para construir sociedades más humanas y justas»

Como presidenta de AFAMMER (Asociación de Familias y Mujeres del Medio Rural), una organización referente en la defensa de los intereses de las mujeres rurales. ¿Qué logros destacaría en esta etapa y qué retos considera prioritarios de cara al futuro?

En estos más de 40 años de trayectoria, AFAMMER ha conseguido algo que parecía imposible cuando nacimos en 1982: dar voz, visibilidad y derechos a las mujeres del medio rural. Cuando empezamos, la mujer rural era invisible en las estadísticas, en las políticas y en los discursos. Hoy es reconocida como motor de desarrollo y agente clave frente a la despoblación.

Entre los logros más importantes, destacaría el impulso de la Ley de Titularidad Compartida de las Explotaciones Agrarias, que por primera vez reconoció los derechos económicos y sociales de miles de mujeres que habían trabajado toda su vida sin figurar oficialmente. También hemos llevado nuestras demandas a instituciones internacionales como Naciones Unidas o el Consejo de Europa, y conseguimos que el 15 de octubre fuera reconocido como el Día Internacional de la Mujer Rural, una fecha que hoy se celebra en todo el mundo.

Pero más allá de las leyes y los reconocimientos, hay algo que me emociona profundamente: pensar que muchas mujeres rurales hoy se sienten reconocidas, empoderadas, con proyectos propios y una voz activa en sus comunidades. Y también me llena de orgullo saber que, gracias a AFAMMER, miles de jóvenes ya no ven el mundo rural como un lugar del que huir, sino como un espacio donde construir su futuro.

El reto ahora es consolidar todo lo conseguido: garantizar empleo digno, facilitar la conciliación, cerrar la brecha digital y lograr que las políticas públicas lleguen de verdad a nuestros pueblos. El futuro pasa por el liderazgo de las mujeres jóvenes rurales. Si les damos oportunidades, serán ellas quienes transformen el medio rural en un espacio de igualdad, innovación y futuro.

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La digitalización ha llegado también a los pueblos y pequeñas comunidades. ¿Cómo puede la tecnología convertirse en la gran aliada para que el talento rural se conecte con nuevas oportunidades de empleo, emprendimiento y participación social en una vida que se espera que cada vez más llegue a los 100 años?

Siempre he dicho que la digitalización es una gran oportunidad para transformar el mundo rural, pero también un derecho que aún no está garantizado. Y en una sociedad donde cada vez vamos a vivir más años, la tecnología puede ser la herramienta que conecte el talento rural con el futuro.

Para las mujeres jóvenes, representa una puerta abierta al empleo, al emprendimiento y a la formación sin necesidad de abandonar sus pueblos. Y para nuestras mayores, muchas de ellas socias de AFAMMER, significa autonomía: pueden hacer gestiones bancarias, pedir una cita médica o comunicarse con sus familias sin depender de nadie.

Después de la pandemia, desde AFAMMER pusimos en marcha un programa de formación digital intensiva para más de 250 pequeñas y medianas empresas rurales. Fueron más de 250 horas de acompañamiento práctico que permitieron a muchas mujeres vender sus productos online, mejorar la gestión de sus negocios y abrir nuevas oportunidades de futuro. Fue un antes y un después para muchas de ellas.

Este tipo de iniciativas demuestran que, cuando se les da acceso a la tecnología y a la formación adecuada, las mujeres rurales responden con compromiso, con ilusión y con un gran sentido de la responsabilidad.

Pero aún queda camino por recorrer. Hay pueblos donde la conexión a internet sigue siendo lenta o inexistente. Y sin conectividad, no hay igualdad real ni posibilidad de desarrollo.

La tecnología debe estar al servicio de las personas. Y en el mundo rural, eso significa facilitar que las mujeres puedan trabajar, formarse, cuidar, participar y decidir. Porque el talento existe. Solo hace falta acercarle las herramientas. Ellas harán el resto.

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«Sin conectividad, no hay igualdad real ni posibilidad de desarrollo»

Recientemente has recibido varios reconocimientos a tu trayectoria. ¿Qué significan estos premios y cuál ha tenido un significado más relevante a nivel personal?

Cada reconocimiento recibido a lo largo de mi trayectoria ha sido, para mí, un impulso para seguir trabajando por la igualdad, la justicia social y la visibilidad de las mujeres del medio rural. Pero también lo he vivido siempre como un homenaje colectivo, a todas las mujeres que han luchado conmigo desde el primer día.

Uno de los más especiales fue haber sido incluida en el Top 5 mundial de mujeres distinguidas por Naciones Unidas en el marco de la 62ª Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer. Un reconocimiento que no solo me honró a nivel personal, sino que visibilizó el trabajo que desde España y desde el mundo rural llevamos haciendo por los derechos de las mujeres en todos los foros internacionales.

También me siento profundamente honrada por haber recibido el Premio Honorífico de la Dirección General de la Guardia Civil en 2024 por mi compromiso en la lucha contra la violencia de género, y el Premio a la Solidaridad Civil del Consejo Económico y Social de la Unión Europea en 2021, que reconoció el trabajo social de AFAMMER en defensa de los derechos de las mujeres y las familias rurales.

Podría destacar también la Medalla de Honor de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, el Premio Nacional del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial y la Medalla a la Promoción de los Valores de Igualdad otorgada durante la conmemoración del XX Aniversario de la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, una ley que marcó un antes y un después en la protección de los derechos de las mujeres en nuestro país. 

Sin embargo, más allá de los premios, lo que más me emociona sigue siendo lo cotidiano: cuando una joven se me acerca en un pueblo y me dice “mi madre y mi abuela me han hablado de usted, y quiero formar parte de AFAMMER”. Ese es el verdadero reconocimiento: saber que hemos sembrado y que la semilla sigue creciendo, con fuerza, con orgullo y con esperanza.

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Retrato de Carmen Quintanilla, presidenta de AFAMMER

Retrato de Carmen Quintanilla, presidenta de AFAMMER

Mirando al futuro, ¿qué mensaje darías a quienes aún no ven el mundo rural como un espacio de oportunidades y progreso? ¿cuáles son los grandes desafíos que llegarán?

A quienes aún no ven el mundo rural como un espacio de oportunidades y progreso, les invito a mirar más allá de los tópicos. El medio rural no es un lugar del pasado: es un espacio lleno de presente y, sobre todo, de futuro. Donde hay mujeres rurales, hay vida, hay talento, hay innovación y hay esperanza.

Durante demasiado tiempo, nuestros pueblos fueron olvidados. Pero hoy, son protagonistas de una nueva forma de entender el desarrollo: más sostenible, más humano y más conectado con las verdaderas necesidades de las personas.

El gran desafío es garantizar igualdad real para quienes viven en estos territorios. Eso significa empleo digno, servicios públicos de calidad, acceso a la vivienda, conectividad digital y oportunidades para que los jóvenes —y especialmente las mujeres— puedan quedarse sin renunciar a sus sueños.

También debemos afrontar el envejecimiento de la población y la falta de relevo generacional en el campo, pero eso no se resuelve con discursos, sino con políticas valientes, con apoyo al emprendimiento, con incentivos al empleo femenino y con formación adaptada a los nuevos tiempos.

El mundo rural no necesita caridad, necesita compromiso. Y necesita que lo miremos no con condescendencia, sino con respeto y con visión estratégica.

Yo lo tengo claro: si ponemos el foco en las mujeres rurales, si les damos voz, herramientas y confianza, el medio rural no solo sobrevivirá, sino que será uno de los motores más sólidos del progreso económico, social y demográfico de nuestro país.

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«El gran desafío es garantizar igualdad real para quienes viven en estos territorios»

Carmen, ¿qué o quién te ha inspirado más en la vida?

Mi mayor inspiración han sido, sin duda, las mujeres rurales de AFAMMER. Ellas han dado sentido a cada paso que he dado durante más de cuatro décadas.

Son mujeres valientes, trabajadoras, comprometidas con sus familias, con sus pueblos y con su tierra. Mujeres que han roto silencios, que han luchado contra la invisibilidad y que han demostrado que el mundo rural no es un lugar del que huir, sino un espacio donde construir futuro.

Cada vez que visito una pequeña localidad y me encuentro con una de ellas, con su historia, su esfuerzo y su determinación, renuevo mi compromiso. Porque son ellas las que me han enseñado que la verdadera fuerza nace de la unión, del arraigo y de la esperanza compartida.

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«Mi mayor inspiración han sido, sin duda, las mujeres rurales de AFAMMER»

¿Qué frase le dirías a las mujeres que tienen un rol homólogo al tuyo en países donde la población está más rejuvenecida y las mujeres aún no piensan en su longevidad?

Les diría que miren al futuro con perspectiva, pero también con responsabilidad. Que el verdadero liderazgo no se mide solo en el presente, sino en lo que dejamos sembrado para las siguientes generaciones.

Las mujeres que hoy lideramos en el ámbito rural —en cualquier parte del mundo— tenemos una misión común: construir sociedades más justas, sostenibles y preparadas para vivir más y vivir mejor.

Aunque sus países estén más rejuvenecidos, la longevidad llegará. Y cuando llegue, no basta con haber vivido más años: hay que vivirlos con plenitud, con dignidad y con participación activa.

Por eso les diría: preparad hoy el camino para que todas las mujeres, jóvenes y mayores, puedan decidir sobre sus vidas en libertad. Porque la igualdad no tiene edad. Y el liderazgo femenino tampoco.

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¿Cuál es tu libro o película te cambiaron el punto de vista y por qué?

Un libro que me marcó profundamente fue La española de Montmartre, de José María Goñi. A través de la vida de una mujer excepcional, olvidada por la historia oficial, me hizo reflexionar sobre cuántas mujeres valientes han contribuido al cambio social desde el anonimato, desde la resistencia cotidiana, desde el arte y el pensamiento. Me recordó que la historia está llena de mujeres invisibles a las que aún les debemos justicia y memoria.

Y una película que siempre recomiendo es Las sufragistas. No solo por su valor histórico, sino por la fuerza con la que transmite el coraje y la determinación de aquellas mujeres pioneras que lucharon por el derecho al voto. Hay una frase que resume su espíritu y que me conmueve profundamente: “No queremos quebrantar las leyes, queremos redactarlas y llegar a acuerdos. Ese es el poder del feminismo.” Esa frase refleja exactamente cómo entiendo yo la política: como una herramienta para transformar la realidad con diálogo, justicia y compromiso.

Ambas obras me han reforzado en la convicción de que cada paso que damos por la igualdad es un paso que honra a todas las mujeres que nos precedieron y abre camino a las que vendrán.

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¿Cuál es tu deseo para la generación senior del mundo rural? ¿Y para la mujer rural?

Mi deseo para la generación senior del mundo rural es que puedan vivir esta etapa de la vida con dignidad, plenitud y participación activa. Que no se sientan nunca una carga, sino una fuente de sabiduría, experiencia y valores. Que tengan acceso a servicios públicos de calidad, atención cercana y oportunidades para seguir aprendiendo, conectándose y decidiendo sobre su presente y su futuro.

Y para la mujer rural, mi deseo es que nunca más se le niegue su lugar. Que tenga las mismas oportunidades que cualquier otra mujer, viva donde viva. Que pueda quedarse en su pueblo sin renunciar a sus sueños, con un empleo digno, con voz propia y con el reconocimiento que merece.

Porque si hay algo que he aprendido en estos más de 40 años es que cuando una mujer rural alza la voz, transforma su vida, su comunidad… y el país entero.

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«Mi deseo para la mujer rural es que nunca más se le niegue su lugar»

Entrevista realizada por Silvia Movellán Viaña, de Acción Social y Voluntariado Fundación Telefónica

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