El trabajo también se ha digitalizado, y eso ha cambiado por completo la forma en que nos conectamos, producimos y nos relacionamos. Hoy, la inteligencia artificial selecciona currículums, las plataformas reparten tareas y muchas personas trabajan desde casa, entre correos y videollamadas. Pero esta nueva realidad también trae retos: vigilancia excesiva, algoritmos poco transparentes o la sensación de estar siempre disponibles. Defender los derechos laborales en la era digital significa garantizar que la tecnología esté al servicio de las personas, y no al revés.
Por eso, es clave hablar de derechos como la desconexión digital, la igualdad frente a los sesgos algorítmicos y la transparencia en el uso de datos laborales. Formarse en competencias digitales, exigir reglas claras sobre el teletrabajo y apoyar la negociación colectiva son pasos esenciales para un trabajo más justo. El futuro del empleo puede ser flexible e innovador, pero también debe ser humano: con tiempo para descansar, espacio para crecer y garantías frente a los abusos tecnológicos.










