Descripción

Sobre un fondo color claro Tápies pinta una escalera amarillenta que asciende. Completan la obra dos garabatos, también en amarillo. Uno se sitúa en la parte superior de la obra y el otro, que posee además dos puntos negros que parecen ojos, asemeja a una presencia fantasmática que sube por los peldaños de la escalera. El simbolismo de la escalera es obvio. Funciona como metáfora de aquello que nos eleva, una ascensión, probablemente en un sentido espiritual. Se ha señalado que mediante esta pintura, y mediante la representación de la escalera, había en Tápies una intención de homenajear a su paisano Joan Miró que introdujo este motivo en obras como Carnaval del Arlequín o Perro ladrando a la luna. Este hecho podría explicar el carácter onírico de L'Escala, nada habitual en la producción de Tápies. El artista suele comentar que en su obra hay que limitarse a ver lo que está presente, nada más, y se ha definido a sí mimo como un realista. Un realista que a través de gestos y materia intenta comunicarse con el espectador.