Gran vernis sobre fusta es un díptico realizado en pintura y barniz sobre madera. Fue pintado en 1982, año en el que Tàpies publica varios artículos en La Vanguardia, en los que reflexiona sobre la dicotomía entre "cultura real" y "cultura oficial", y realiza una crítica abierta a las políticas culturales promovidas desde el poder político.
Algunos estudiosos han señalado que la obra de Tàpies sufre un cambio visible a principios de los años ochenta, producido por el fin de la dictadura franquista y la apertura de nuevas posibilidades. Las superficies pictóricas se tornan más ligeras, como si se hubiesen liberado del peso profundo que anteriormente las asfixiaba. Y aunque las composiciones siguen girando en torno a la materia, algunos de los materiales que habían sido imprescindibles en su obra, como el barro, el yeso o el muro, comienzan a ser sustituidos por un nuevo material: el barniz, que a partir de este momento ocupará un lugar preponderante en sus creaciones, formando incluso parte del título de numerosos cuadros realizados durante la década de los ochenta. Gran vernís sobre fusta, realizado con un barniz transparente de color miel, es uno de ellos.
En esta obra, lo que domina no es esa concepción matérica que caracteriza el estilo de Tàpies, sino que aquí la idea de mancha, de pintura gestual, adquiere mayor importancia. Como ha señalado Manuel Borja-Villel, experto en la obra del pintor catalán, los barnices no difieren demasiado de las llamadas pinturas matéricas: "Como ocurre en las pinturas matéricas en las que frecuentemente no se nos representa un objeto o una persona, sino su ausencia, indicada por las huellas de una pisada o una mano, también los barnices inciden en la evocación, el recuerdo y la plasmación de la fugacidad de los seres y las cosas".
