A partir de 1953 la obra de Tàpies comienza a cambiar. El pintor se alejará de las referencias surrealistas que habían influido en sus trabajos de años anteriores y comienza a trabajar con la materia, a través de obras que se asemejan a muros, a paredes reales, marcadas por el paso del tiempo a través de dibujos, de huellas, de incisiones. Composició pertenece a este periodo inicial que marca lo que será a partir de entonces el lenguaje con el que el pintor catalán se da a conocer internacionalmente.
En Composició, Tàpies ha eliminado ya todo elemento figurativo de la obra, y sitúa a la línea y a la forma como ejes centrales de su discurso. Geometría, color, luz y materia serán algunos de los rasgos que van cobrando mayor importancia.
Se aprecia, asimismo, una disminución de elementos que provoca que la atención se centre en una sola forma, como ocurre en Composició, lienzo formado por una banda muy ancha de pintura ocre oscuro superpuesta a un fondo amarillento y muy claro. La superficie contiene algunas de las marcas habituales: ralladuras, incisiones y una línea horizontal de cruces en la parte inferior. La cruz es un elemento muy recurrente en la iconografía de Tàpies. Este símbolo se ha relacionado con la muerte y con la religión, pero también se entiende como símbolo universal de las coordenadas del espacio. Las cruces griegas de Tàpies refuerzan la división cuatripartita de los puntos cardinales, de los elementos, de la materia.
