Le peintre, gouache de 1964, pertenece a la etapa tardía del pintor. En este momento, la obra de Picasso muestra un interés especial por la historia del arte. Ya desde finales de los años cuarenta comienza a realizar estudios de la obra de los grandes maestros, entre los que destacan las versiones de la Bacanal de Poussin, o las recreaciones del cuadro Mujeres de Argel del pintor francés Delacroix. A finales de los años cincuenta Picasso retoma Las Meninas de Velázquez y realiza múltiples versiones del famoso lienzo del pintor barroco. Lucas Cranach, Rembrandt o Courbet serán también artistas que interesaron a Picasso durante este periodo. Le peintre representa a un pintor, quizá el propio Picasso, que en aquellos años se interroga sobre su papel dentro de la historia del arte, concentrado frente a su caballete. Picasso toma la composición tradicional del autorretrato del pintor, de perfil, y con el caballete de espaldas al espectador, de tal manera que observamos el rostro del artista en primer plano. El estilo de la figura es el característico de la etapa tardía del pintor malagueño, conserva dejes del periodo cubista, pero se expresa ya en un modo propio e inconfundible.
Es probable que para construir la imagen del pintor, Picasso se haya basado en Rembrandt, famoso por sus autorretratos, y a quien admiraba tanto que en algunas obras de su etapa final lo convierte en su propio alter-ego, confundiendo su propia imagen con la del pintor holandés. En varios autorretratos, al igual que el pintor retratado por Picasso, Rembrandt se representaba con sombrero.
