Lugar y fechas del autor : Oviedo, 29/04/1900 -- París, Francia, 25/10/1973
Descripción
A partir de 1952 Luis Fernández inicia una nueva etapa creativa que se ha definido como clásica y que se caracteriza especialmente por la producción de series. La primera de ellas, que lo mantendrá ocupado durante varios años, es la dedicada a los cráneos. El pintor ejecutó dos tipos de cráneos: los cráneos-máscara y los cráneos completos, como el que podemos observar en la imagen.
Este óleo está fechado en 1958. Al parecer, como señaló su amigo André de Wilde, Fernández se inspiró para su ejecución en una calavera que éste poseía, y que el pintor pudo observar durante una estancia en casa del matrimonio De Wilde durante este mismo año.
El cráneo aparece apoyado sobre una superficie y colocado sobre un fondo oscuro. La luz ilumina la calavera y proyecta su sombra en la parte de atrás. Como es habitual en la pintura de Fernández, el tratamiento de la figura es muy geométrico, descomponiendo el cráneo en distintos planos sugeridos por las líneas trazadas y por el cambio de tonalidad que provocan los contrastes lumínicos. Llama la atención la fragmentación que se observa en la parte frontal de la calavera, la alternancia de oquedades y llenos de la que el pintor se sirve para acentuar aún más el contraste lumínico.
Los cráneos de Fernández remiten a la pintura española del siglo XVII, por la que manifestó su admiración en diversas ocasiones. La calavera es un elemento esencial en la iconografía de la vánitas, que reflexiona sobre el paso del tiempo y sobre la muerte como destino inexorable de todo ser viviente. Memento mori, recuerda que vas a morir, parece querer decir un Fernández cada vez más inmerso en una suerte de espiritualidad que sin embargo no le hace abandonar su riguroso sentido de la ordenación formal y el gusto por lo geométrico.